17 – Tinaja y Vasija

Hace dos semanas empecé a escribir esta monografía, y a los pocos minutos me enfrenté a la solicitud del software de textos “Guardar como:”. Ese día estaba conmovido por una historia ajena a este proyecto, la historia del profeta Elías y la viuda de Sarepta; y de allí tomé los nombres de los recipientes que contenían la harina y el aceite que no se acababan, la tinaja y la vasija; lo tomé como un nombre temporal, pensando que seguramente lo cambiaría más adelante por uno más apropiado al tema de las ofrendas y diezmos.

Mientras escribía fui masticando alternativas de nombres, como Vino Nuevo que me permitiría escribir más libros bajo ese mismo título, tratando diferentes temas que creo que la iglesia del siglo XXI incorrectamente trae del antiguo pacto. También consideré Odre viejo o Vestido viejo. También debido a que se mencionó más de una vez el tema de las viudas, consideré un nombre que lo contenga.

Finalmente llegó hoy el día de poner el nombre definitivo. He sido sorprendido por un elemento en la historia de Elías y la viuda de Sarepta que no había considerado antes, y que me ha hecho decidirme a conservar este nombre.

El profeta Elías iniciaba su ministerio, había estado escondido en el arroyo de Querit sustentado por cuervos que le traían pan y carne. La sequía era muy dura esos años, al punto que ni rocío había. El arroyo del que Elías bebía agua se secó, y Dios le dijo que vaya a Sarepta y se encuentre allí con la viuda.

Esta mujer estaba desesperada, la sequía y pobreza le habían llevado al punto que estaba preparándose para morir, ella y su hijo; fue cuando Elías la encontró y le pidió agua para beber; ella sin argumentar se dispuso a hacerlo, pero de inmediato Elías le pidió también pan, ¿tenemos aquí a un profeta devorador de casas de viudas?; fue cuando ella no pudo contenerse más y reveló al profeta que solo tenía un puñado de harina y un poco de aceite; y que solo había estado buscando un par de leños para preparar un poco de pan para ella y su hijo, y luego dejarse morir.

Elías le dijo –y esta fue la parte que inicialmente me había impactado hace dos semanas- que antes de preparar el pan para ella y su hijo, le prepare comida para él. Ya esto sonaba osado, ¡pero Elías fue más allá!, no quería pan simple, sino una pequeña torta preparada de una manera especial. Inmediatamente luego le declaró la palabra de Dios: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.

Y fue así. Puede leer la historia en 1ra de Reyes capítulo 17. La historia se completa con el episodio de la enfermedad y muerte del hijo de la viuda; esta increpó al profeta; y el profeta increpó a Dios, pidiéndole por la resurrección del niño, y Dios se lo concedió. Para la viuda eso fue la garantía de que Elías era un verdadero profeta de Dios.

Los elementos de esta historia no me satisfacían para que el nombre de “Tinaja y Vasija” se quedara como el título definitivo. La obediencia de la viuda y la fe del profeta no encajaban en el bosquejo de esta monografía; hasta que hace unos momentos caí en cuenta de algo.

Los profetas no fueron compensados por el sistema tributario

A lo largo de los aproximadamente 1500 años que Israel vivió bajo la ley del antiguo pacto, y antes que Jesús estableciera con su muerte el Nuevo Pacto, Dios habló a su pueblo por medio de profetas. Y estos profetas no eran de la tribu de Leví, es decir no eran ni levitas ni sacerdotes. No vivían del sistema tributario religioso de la ley dada a Moisés.

¡Estos profetas eran la voz de Dios, y no recibían nada del diezmo!, vivían realmente por la fe. De modo que la fe en la historia con la viuda de Sarepta, no era un elemento solitario en el carácter de Elías; él y todos los profetas eran hombres de fe, llamados por Dios para ser sus voceros, pero Dios mismo no los consideró dentro del sistema tributario para su sustento.

¿Cómo era posible que Dios haya establecido un sistema completo de administración para su pueblo y no haya considerado dentro de él a sus profetas? Una lista completa de profetas incluye a los patriarcas desde Abraham, hasta Malaquías, otros también incluyen a Jesús el Hijo de Dios. De todos ellos solo Samuel y Moisés estuvieron dentro del sistema tributario como beneficiarios de los diezmos.

Esto reafirma lo aprendido en el estudio, que los diezmos de la Ley fueron establecidos como un tributo para sostener a la nación de Israel, puesto que los levitas eran funcionarios que hacían todo tipo de labores que incluían guardia, música, logística, tesorería, cocina; servicios religioso, militar y judicial, etc. Solo el diezmo del diezmo (1%) era para los sacerdotes. Y nada para los profetas.

Los profetas, como Elías, eran sostenidos directamente por Dios, mire la similitud con los setenta enviados por Jesús, en Lucas 10:1-11:

Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.

No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa.

En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros.

O cuando envió a los doce, en Mateo 10:7-10:

Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento.

Bien escribió el autor de Hebreos respecto de los profetas, que ellos no recibieron lo prometido en este mundo, pero se sostuvieron viendo al invisible. En Hebreos 11 “…por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. … Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros…”, ¡qué tremendo testimonio de esos hombres! ¡cuánto disfrutamos ahora nosotros debido a su fe no premiada!.


Mas allá de las diversas reacciones que pudiera causar este libro, la cuestión de fondo es si estamos dispuestos a creer la palabra de Dios, pues como creyentes, dentro o fuera del ministerio de la palabra, sin fe es imposible agradar a Dios. Por la obra de Cristo en la cruz, vivimos ahora bajo un Nuevo Pacto, andemos en su novedad y libertad, y no nos sometamos a las imperfecciones del antiguo.

Lucas 6:38

Dad, y se os dará;
medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo;
porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

 

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2 respuestas a 17 – Tinaja y Vasija

  1. Esta es una de las mejores obras que he podido leer, inherente con el quehacer de Dios. Muy bien enfocado, realista y muy justo, por lo que felicito a su autor el Sr. Esteban Polo, por tan brillante y sólida interpretación del tema al «Diezmo Religioso». Motivo por el cual recomiendo su lectura. Edmundo Miranda Cabello.

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